La Azohía es un pequeño pueblo marinero situado en la Costa Cálida muy cerca de Cartagena. Para quien no conozca el lugar, podemos decir que se trata de una típica estampa mediterránea, con preciosas playas y aguas cristalinas. Tranquilidad y buen comer, un lugar al que el turismo de masas todavía no ha llegado, hecho que hace que La Azohía sea una de las últimas perlas del Mediterráneo.
Parece ser que La Azohía ha estado poblada ya desde tiempos inmemoriales, concretamente en época romana ya era conocida por su pesca y agricultura. Famosas eran en tiempos de los romanos las factorías de salazón de la costa murciana donde se elaboraba entre otros manjares el “garum”, una salsa a base de vísceras de pescado fermentada muy apreciada en las mesas del imperio.
Este relativo progreso continuó durante la dominación musulmana, pero tras la reconquista se vivió un periodo de inseguridad, debido sobre todo a los ataques de piratas berberiscos procedentes del norte de África, lo que produjo un despoblamiento y abandono. Para proteger las costas murcianas de estos ataques, se levantaron por orden de Felipe II una serie de torres fortificadas a lo largo de la costa murciana entre los años 1.556 y 1598.
En el siglo XVIII, a raíz de las Reales Provisiones de 1768 y 1770 que dictaron las normas para el reparto de tierras de La Azohía, se repobló la zona, estableciéndose un núcleo de población estable que se dedicó fundamentalmente a la pesca y a la agricultura. Las tierras de La Azohía, hasta entonces de uso común para todos los vecinos de Cartagena, pasan a ser repartidas en 58 «suertes» de distinta extensión, con un total de 464 fanegas.
Los habitantes de La Azohía se estuvieron dedicando a estas actividades durante mucho tiempo, añadiendo ya en el siglo XIX la minería del hierro, aunque esta actividad se extinguió definitivamente en 1963 tras varios años de dificultades.
En el último cuarto del siglo XX, el turismo llegó a las costas mediterráneas españolas como un ciclón, transformando el litoral en un conglomerado de urbanizaciones, edificios, carreteras, autopistas, etc. pero como los galos de Asterix, La Azohía resistió y aún hoy resiste al turismo de masas.
Hoy, La Azohía es un lugar tranquilo, paraíso de buceadores, donde se puede descansar, pasear y disfrutar del mar y de su agradable clima.