La almadraba es un arte de pesca ancestral, utilizado desde los tiempos de la antigua Roma para la pesca del atún. Con los barcos situados a la distancia conveniente, se cala una red somera que se sujeta con un palangre. En esa red entran los atunes y otros peces que se cogen con garfios desde los barcos, permitiendo así el descarte de las piezas que no alcanzan el tamaño deseado. Es un espectáculo ver a los pescadores bajar a la red, donde seleccionan los atunes que pueden llegar a los 200 kilos de peso.
Este arte de pesca se utiliza tradicionalmente en Andalucía, siendo famosas las almadrabas de La línea de la Concepción, Zahara de los atunes, Barbate o Rota, entre otras. Sin embargo, desde tiempo inmemorial las aguas de La Azohía, año tras año han sido testigo del uso de este arte de pesca. Si hay ocasión, merece la pena acercarse hasta el pie de la Torre de Santa Helena, en la punta de La Azohía y observar en el horizonte este antiguo arte de pesca.
Aquí dejo un extracto de “Bitácora” del cartagenero R. Guillermo que he encontrado en wikipedia en referencia a la almadraba de La Azohía:
/…/Antes de avistar la punta de Cabo Tiñoso, pasamos junto a la trampa de redes, que han dispuesto temprano, los pescadores de la almadraba. Con sus oscuras barcazas, van cerrando el cerco y disminuyendo la distancia de la superficie a la red. Pronto aflora de la superficie el bullicioso tesoro de peces, que en multitud de especies, enseñan sus gruesas y brillantes carnes al aire y al sol. Los pescadores, satisfechos y obstinados recuperan jarcias, mientras otros compañeros, con afilados bicheros, recogen del Mar cientos de túnidos; alguno pesando bastante más que un hombre, tiene que ser izado por más de un pescador. El cerco de redes, pronto queda teñido con una espuma rojiza, y en las barcazas agonizando al aire, cientos de criaturas recientemente arrebatadas de su mundo. Son empaquetadas en cajas de madera, melvas, bonitos, albacoretas (albacoras), lechas, atunes… adornados con abundantes escamas de hielo. Vuelven los pescadores entonces al puerto de La Azohía, donde será subastado el tesoro que les procurará el pan de ese día. Para el comprador de este fresco pescado, es una delicia contemplar el desembarco. Algunos compran por cajas, las piezas de melvas y albacoretas, para después en casa, elaborar exquisitos salazones en tinajas de barro, cerrando así este rito anual, que se viene repitiendo desde los tiempos del “garum” romano, hace ya más de dos mil años, en el sureste peninsular /…/